Suelo recurrir a los cuentos, fábulas, parábolas, ejemplos, símiles, historias que tratan de reflejar la realidad,... que nos ayudan a interpretarla.
Creo que así, tanto para explicar, como para aprender, es más fácil de recordar, más lúdico, y sobre todo es más grato de exponer, y de entender y comprender.
De esta forma, no sólo se basa en palabras, sino en imágenes, visualizaciones, fantasías y sobre todo en sensaciones (... el inexplorado e infinito mundo de las sensaciones).
Hay que tener en cuenta que en ciertos temas el lenguaje convencional se queda "corto", a veces es inexistente.
Tenemos que recurrir a adjetivos de "otras"... sensaciones:
Sonrisa ácida, mirada gris, abrazo frío, despedida dulce, tacto cálido...
Quizá por eso todo lo "oculto" suele expresarse en un lenguaje basado en símbolos, que, fuera del argumento, lo hace inteligible.
El lenguaje, además de la función de comunicación, tiene también otra función tan importante como la primera. Es el medio que utilizamos para pensar, para razonar.
Esta forma de expresar, es también una gran herramienta de trabajo. Permiten "traducir" desde contextos "sin palabras" a lo cotidiano, trabajarlo, comprenderlo, para volverlo a "traducir" al contexto de las sensaciones.
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Como dice Osho,
Imagino nuestra realidad como si viviéramos en dos dimensiones, en un espacio plano, donde se desarrolla la existencia.
En esa llanura se alzan colinas, montañas, valles, que permiten distintos puntos de vista de la realidad, otras formas de conciencia.
Meditación, proyección astral, plantas chamánicas, respiración holotrópica, hipnosis, regresión, estados alterados de conciencia...
Para mí, la energía sexual es una de esas montañas, que se alza sobre la llanura de lo real, de lo cotidiano.
De las más altas, accesibles, y agradables de explorar.
Es una montaña con dos laderas, una es de pendiente suave, la otra es un acantilado de paredes rocosas verticales.
Sobre la ladera de pendiente suave hay un jardín, extenso, muy muy variado, tiene zonas de arena, piedra, grandes losas, cálidas, abrasadoras, sombras frescas, húmedas, fuentes, pozas, cascadas de agua, campos de césped, bancos donde descansar, zonas de zarzales húmedos, cactus secos, frutales maduros, distintos caminos, señalados o no, trillados, vírgenes, laberintos, rectos, altibajos, recodos, recovecos, silvestres, naturales, artificiales.
Todo lo que podáis imaginar.
En la cima al terminar el jardín, hay un mirador, una zona "vacía", despoblada, libre, solitaria, de una gran individualidad, desde aquí se ve un horizonte extenso, y se nota la brisa en la cara.
El último metro... es una franja muy muy insegura, con suelo inestable que se deshace bajo los pies.
Se puede recorrer el jardín en soledad, con "accesorios", en pareja, con varias personas, (también, todas las combinaciones que se puedan fantasear), pero estos últimos metros son individuales.
En el jardín hay un camino recto que lo recorre unas escaleras mecánicas. La mayoría de la gente, ignora el jardín, usa este camino, es el más rápido, quieren llegar a la cima cuanto antes, porque quieren experimentar el placer de volar, subir cuanto antes... para lanzarse al vacio del acantilado.
Notar la sensación del vacío, dejarse caer, volar en caída libre, vertical, hacia abajo, un vuelo vertiginoso y cargado de excitación.
Para llegar abajo, caer en la realidad y darse cuenta que todo ha sido muy rápido, corto, sin control.
Hay personas que se sienten vacías, sin entender el significado de la montaña, la suben y bajan para satisfacer el instinto.
A veces esperan a su pareja para saltar juntos, a veces, quieren ir aún más rápidos que la escalera mecánica, sueltan la mano de su pareja y saltan cuanto antes, dejándola sola, que a veces baja andando en un halo de soledad.
Hay personas que no ven significado a este subir y bajar frenético, sin sentido. Lo hacen por instinto, "por necesidad", pero se quedan vacías, vacantes, deprimidas...
Otras personas buscan otras "escaleras mecánicas" por "zonas distintas", extrañas, de cactus, de cristal transparente, zonas oscuras, agujeros ocultos,... para igualmente saltar al vacío.
El Tantra propone extasiarse de esta gran montaña, subir despacio el jardín, sin prisas, saboreando los frutales, descansado en el césped, el agua fría de las pozas, notando el calor de las losas de piedra, oyendo el agua de las fuentes. "embriagarse" de este camino.
Subir despacio, con consciencia, saboreando el aquí y ahora.
La franja al final del jardín y antes del acantilado, es especial, es distinta.
Es el momento en el que con autoobservación, autocontrol, visualización, mucha autoconfianza, ignorando el instinto de correr hacia el acantilado,... mirar al horizonte sin miedo,... notar la brisa...
ABRIR LAS ALAS... Y... VOLAR.
Es un vuelo distinto.
Controlado, suave pero firme, placentero, laaargo, cargado de felicidad y amor.
Control.
Se puede subir y bajar en el mismo punto o en otro distinto.
"Permanecer" durante horas.
Detener el tiempo.
Se puede, mantenerse a unos centímetros del suelo, disfrutando de la ingravidez.
"Andar" con seguridad el frágil terreno al límite del acantilado... o "más allá".
Vuelos rápidos, lentos, ondulantes, expandidos, secos...
Sentir el aire en todo tu cuerpo o modificarlo para sentirlo concentrado en un solo lugar.
Permite vuelos horizontales hacia el horizonte, leeejos,... hasta que olvidas de donde partiste.
O verticales, rápidos, hasta muy arriba, hasta que el cuerpo físico parece romperse entre contracciones, taquicardias y descargas de energía.
No es que la energía se perciba, es que sus sensaciones hacen que el cuerpo físico empiece a "estorbar".
"Todo un mundo por experimentar".
Siempre placentero,... a veces... siento miedo, miedo a la altura, miedo a la distancia, miedo a lo desconocido, aún me queda mucho por descubrir, mucho por aprender.
Hay muchas escuelas de Tantra.
Algunas defienden la escalada.
Bajar y subir escalando con control el acantilado.
Otras alargar durante horas el paseo del jardín, disfrutar conscientemente de él, de la cima y de la caída.
O recorrer exclusivamente el jardín hasta perderse en él.
En el Tantra solo hay una norma; "No hay normas".
Mientras todas las religiones persiguen la "ascensión" mediante la negación de la "realidad", de la mente, del cuerpo, del sexo.
Sólo mirar hacia arriba y esforzarse en subir negando el suelo.
El Tantra defiende que vivimos en una "realidad", tenemos cuerpo, disponemos de sexo...; Por algo será.
El Tantra propone mirar hacia arriba, esforzarse en subir pero dando una patada al suelo, aprovecharnos para saltar.
Lo cierto es que lo que al principio parece ser una serie de técnicas para aspirar a ser el amante perfecto, acaba siendo una ideología, una forma de vida.
Puede practicarse de forma individual "Tantra Blanco" o de la mano derecha ó en pareja "Tantra Rojo" o de la mano izquierda, es otro inconveniente añadido (o ventaja).
La pareja con la que lo practicas, muy pocas son tántricas, yoguis/yoguinis, capaces, no sólo de realizar una ascensión consciente (de dar), sino practicar el difícil arte de percibir ("escuchar" donde estas) y actuar en consecuencia (para volver a dar).
Personas capaces de llevarte en un camino de experiencias, hasta el final del jardín, y capaces de mantenerte en el filo de la navaja, en la difícil zona de "despegue", acompañarte sin invadir, muy muy pocas.
Mi enorme gratitud para Isabel, la primera.
Para Andrea, la mejor entre las mejores, capaz de acariciar el alma, capaz de trasmitir "directamente" de corazón a corazón.
Capaz de incorporar el último ingrediente secreto..., el Amor incondicional.
El Tantra, te cambia la vida.
No sólo el placer físico (que no es poco)
Es la autoestima del reto logrado.
Es lucidez, control, confianza, seguridad, saber quién eres.
Profunda liberación y rejuvenación emocional,
Profunda experiencia espiritual.
Percibir la energía, y como se expande más allá de los límites del propio cuerpo fisico.
Cuidado. "Engancha" a las personas que lo practican. "Enlaza" a la pareja que lo realiza.
Con la práctica..., la autoobservación, el autocontrol, la autoconfianza, te hace
"Expandir" el jardín y el vuelo "fuera" de la montaña.
Te hace vivir en una, perpetua serena excitación y sobre todo, en un estado continuo de amor consciente, incondicional. Vivir enamorado de la existencia.
Poco más; Ahora es el momento de olvidar todo lo que he dicho, de tirar todos los libros de Tantra.
Como dice Osho,
"El Tantra no se explica,... se practica".
tantraalmeria@gmail.com



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